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Wikipolítica, Futuro y la acción comunicativa


El Futuro del partido político en México como acción comunicativa

Durante años, fui parte de Wikipolítica en Guadalajara, Jalisco. Puedo afirmar que antes de tomar la decisión de devenir en partido político local, fuimos un gran experimento de qué tan lejos podía llegar en la política la acción comunicativa. Por ello, es necesario hacer un ajuste de cuentas con el pasado filosófico de nuestra organización para explicar la decisión que tomamos. Inicialmente, comenzamos a hacer política intentando responder a una amplia demanda de diálogo y de que la gente fuera tomada en cuenta. Esta fue nuestra apuesta: que la comunicación puesta al nivel de la estrategia política, podía ser competitiva ante el poder económico y la fuerza bruta que ejercen los partidos políticos.

También, durante mucho tiempo estuvimos convencidos, por diversas razones, que la solución a los problemas políticos podía conseguirse mediante el consenso y la participación de las personas. Este convencimiento de que el diálogo racional funciona para hacer política tiene varios supuestos, que enlisto a continuación:
  • Se requiere inteligibilidad para lo que se dice. La comunicación no es posible si lo que se dice es incomprensible para los demás.
  • Se requiere verdad fenoménica para aquello que se dice. Para el contenido de lo que se dice en relación con lo objetivo (si digo “esta mesa es verde” debe ser verde) o para las condiciones de existencia de lo que se dice (si digo: “cierra la puerta” se presupone que la puerta estaba abierta).
  • Se requiere adherencia a un piso mínimo para el acto de habla y del diálogo. Esto significaría lo siguiente: todo hablante se atiene a un conjunto de normas aceptadas por todos. Si dice “usted se calla” es porque debe estar autorizado a decirlo.
  • Se requiere veracidad para su formulación como expresión de su pensamiento. Lo que dice debe ser lo que cree o piensa; si miente, la comunicación se rompe.
Los tipos de acciones comunicativas según Habermas (1981)
Estos 4 supuestos son el fundamento de la teoría de Habermas de la acción comunicativa. Hubo supuestos propios de Wikipolítica que, si bien parecidos, no fueron elaborados previo a comenzar a hacer política. Describirlos es una tarea aparte, pero podemos resumirlos en hacer “política del encuentro”. Es difícil acreditar la existencia de estos supuestos dentro de la cultura política mexicana y jalisciense como fuerzas dominantes del quehacer político por varios motivos. De ahí nace el que yo que denomine nuestro esfuerzo 'un experimento'. Nunca supimos a ciencia cierta si este tipo de diálogo racional podía darse a una gran escala, sobre todo con las dificultades o lo efímero de una campaña y las limitaciones de un movimiento activista urbano, nacido de una ciudad capital como la nuestra.

Las dificultades de hacer acción comunicativa en México

Volviendo al fundamento filosófico, exploremos el primer motivo, relativo a la inteligibilidad: alcanzar este tipo de comunicación es difícil por la enorme diferencia que hay en el grado de politización de las personas. Ese es probablemente uno de los obstáculos más grandes para definir la 'voluntad general' o dicho de otra forma, descubrir qué quiere la gente mediante el diálogo.

Alain Touraine ha explorado en sucesivos libros el proceso de subjetivación de la gente y queda la interrogante de qué lleva a los individuos a adquirir una conciencia de sí mismos relativo a su comunidad. En su libro "¿Podremos vivir juntos?" explora precisamente la tensión entre individuos subjetivados de forma disímil y las dificultades de convivencia y de política que ello significa. ¿Cómo puedo estar seguro de que las demás personas entienden por "política" y "corrupción" lo mismo que yo? Mi convicción actual es que aún es imposible hacerlo y que esta empresa se ha hecho más difícil, en parte porque el trabajo cultural de MORENA cambiando estos significados para alinearlos a sus enemigos políticos ha sido formidable. En Jalisco, también existe un proyecto político que intenta hacer lo mismo pero con menos éxito y es lo que la corriente política de Enrique Alfaro ha nombrado “La Refundación”.

Sin embargo, ninguno de esos dos esfuerzos aspiran a ser una acción comunicativa. Se dedican a vivir en el campo de lo que Habermas denomina “acción estratégica”, que son las acciones de comunicación orientadas a lograr un objetivo, no a conseguir un diálogo entre iguales. El morenismo está emprendiendo un esfuerzo de plegar toda oposición a su paso y el alfarismo intenta apelar a un cierto orgullo localista jalisciense y a una especie de limpieza política y moral que descarte todo lo antiguo, a pesar de sus fuertes nexos con los políticos y personajes que crearon el Jalisco actual.

Ante estos dos oponentes formidables, ¿cómo podemos competir desde un esfuerzo fundamentado en la racionalidad comunicativa contra la acción estratégica y la mistificación? Una forma es hacerlo desde la acción estratégica, con la convicción fija de que habilitar a más sujetos dialogantes es deseable y necesaria para construir una sociedad en donde la gente se comunique en vez de solamente obedecer a unos o a otros, se hace urgente que quienes estamos construyendo el primer partido político que no nace del PRI o en oposición a él tomemos las siguientes tareas como nuestras:
  • Redefinir el diálogo como "diálogo de conflicto" para que la gente sepa que el diálogo es el espacio de resolución de conflictos por excelencia,
  • Aceptar que la acción estratégica es un espacio imprescindible de aprendizaje técnico-político, es en el partido en donde la gente puede politizarse y aprender de las leyes del poder.
  • El partido “Futuro” es un estadio de desarrollo de un movimiento activista-electoral a un movimiento político-electoral,
  • La crisis de la representación no es el tipo de crisis que creíamos, ya que los altos niveles de popularidad del presidente dan a entender que la gente aún se puede sentir representada.
Sugiero esto porque, como otros ya han afirmado, “la explicación de la acción transformadora de los movimientos sociales ha sido insuficiente para comprender cómo se genera la transformación del sistema social.” Esto es porque los supuestos teóricos que utilizamos en Wikipolítica durante años para hacer activismo electoral y político comprobaron ser más débiles de lo que creíamos. Durante mucho tiempo, creímos que…
  • La participación política era una tendencia natural de la gente. Al remover obstáculos a la participación, la gente participará masivamente.
  • La representación política como convocatoria a la acción estaba agotada. Se puede construir una comunidad desde personas que se representen a sí mismas.
Sigo creyendo que es posible que la gente se represente a sí misma y que la gente sabe participar en sus contextos sociales. Sin embargo, tengo muchas más dudas de si esto puede servir para crear opciones políticas amplias, masivas y populares. Por eso creo que el partido político local debe revivir como opción. La historia de los 80’s y 90’s en Jalisco nos lo dejó claro: quien supo meter freno e influencia al poder electoral desde las organizaciones civiles y los movimientos sociales pudo colocar y hacer realidad muchas demandas sociales. Ya han pasado casi 20 años desde el triunfo simbólico y decepción de esas demandas sociales, con la victoria de Vicente Fox. Es hora de crear, desde otras coordenadas políticas, algo que revitalice la vida político-partidista en Jalisco.

La Regeneración Nacional, la Refundación y el liberalismo

En Jalisco, estamos atrapados entre fuertes tendencias de corte similar, pero opuestas ideológicamente - la derecha alfarista y la izquierda obradorista, ambas lideradas por un hombre fuerte que no busca consensos, sino que pide que se confíe en su diagnóstico y soluciones de la sociedad. Al menos en el discurso público, ambos proyectos políticos opuestos no tienen intenciones de buscar consensos o ceder.

Tal vez, eso esté bien. Muchos consensos nos llevaron a lugares extraños o indeseables, como el consenso de Washington. También, muchos consensos que fueron impuestos posteriormente sin mayorías sociales y sin participación amplia dañaron a las causas que pretendían ayudar en vez de mejorarlas, como el Acuerdo de París. La dificultad que preveo que enfrentaremos a quienes tratamos de participar en el sistema partidista, es que hubo durante mucho tiempo, casi 20 años, una manera de concebir la mejora en el gobierno: mediante el paradigma del incrementalismo. Es decir, alcanzaríamos la mejora poco a poco y mediante reformas y cambios pequeños. Ambos proyectos antagónicos insisten en ello: han pedido paciencia a los mexicanos para impulsar los cambios profundos que dicen que Jalisco y México necesitan. Ya veremos qué tanta paciencia logran convocar.

Esta paciencia viene vinculada con el dilema más grande de los últimos tiempos, que ha sido encontrar cómo podemos incluir a todas las personas en estos cambios. Una versión de este dilema se discutió en el marco de la Feria Internacional del Libro de 2018, en un panel moderado por Nicolás Alvarado con Laurence Debray (periodista francesa e hija de Regis Debray, compañero de fusil del Ché), Alberto Barrera Tyszka (periodista venezolano), Salomón Chertorivski y Joaquín Estefanía (escritor español).

Todos coincidían que eran los ‘ciudadanos’ quienes dentro de sus obligaciones y derechos existentes, debían de integrarse para formar parte de esos cambios. Hicieron una autocrítica más o menos fuerte a la democracia liberal, por ejemplo, Alberto Barrera admitió no comprender exactamente cómo ascendió el chavismo al poder y Chertorivski admitió que la democracia liberal había fallado en cumplir sus promesas. Estefanía admitió que el modelo económico y político actual fortalece y amplía la desigualdad.

Sin embargo, la mayoría de los panelistas no alcanzaron a concebir o a rasgar la idea de modificar las relaciones democráticas existentes o a resolver la pregunta de por qué en la política contemporánea a la gente le atrae tanto el pensamiento mágico y mucho menos pudieron contestar cómo hacer para interesar a los no-intelectuales en la búsqueda de la democracia.

A manera de ominosa sentencia, Joaquín Estefanía recordó que Latinobarómetro dice que la gente tiene poco interés en la democracia si no resuelve sus problemas cotidianos. Esta espada de Damocles pende sobre el activismo, sea electoral, político o de cualquier índole y también sobre todos los partidos políticos. Puede ser que por eso que el ánimo popular se ha volcado tan fuertemente en contra de la “sociedad civil”. A final de cuentas, la desigualdad ha hecho que las victorias legales o simbólicas de esta sociedad civil tengan poca importancia para el común de la gente. Parecer ser que a victorias invisibles, oídos sordos.

No me faltan razones para el optimismo a pesar de todo lo que he descrito. Con el liberalismo en crisis, los partidos políticos en medio de todo esto y dos proyectos políticos fundamentados en el carisma y el ataque al enemigo, se abre una ventana para quienes sepan verla. Por ello creo que es importante retomar el proyecto trunco de la Ilustración, debemos de dar un paso atrás y ponernos en un lugar anterior al diálogo. Debemos de entender cuáles son las condiciones sociales que hacen que la gente crea en un proyecto político, en la democracia y en cualquier esfuerzo colectivo conjunto. Partiendo de ahí, no hay que dialogar sino aprender. Por ello, quienes quieran salir de esta crisis política atravesándola por en medio deberán decir: ¡Basta del quietismo! ¡Viva la herejía de las obras! ¡Ilustración y herramientas políticas para todos!

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Reseña: El rey viejo de Fernando Benítez

Es un azar. Los que nos eran leales nos traicionaron, los que fueron traidores pueden salvarnos. no sabemos ya nada de nada. — Extraño país el nuestro. — Es un país corrompido hasta la médula de los huesos -suspiró. Enrique a Carranza, en medio de su huída. El sueño y desencanto de un burócrata con aspiraciones de intelectual perfila muy bien el momento de quiebre que tal vez pasaron los secretarios de este nuevo régimen. Ellos, al igual que Enrique, el burócrata de El rey viejo, fueron violentamente atravesados por la crudeza de la política mexicana cuando creyeron que podían acceder a las glorias del gobierno y hacer historia sin penurias o dificultades. "No hay un gran mexicano que no sea o haya sido un fugitivo". No me simpatiza la causa legalista de Carranza pero la corta novela ayuda a forjar una extraña empatía del orden ante el caos de los mexicanos que no se cansaban de guerrear entre ellos, cambiando de bando conforme la necesidad, la codicia y