Una de las falacias que más se repiten en los análisis políticos de sobremesa es que Morena “es el nuevo PRI”. Analistas supuestamente serios repiten esta falacia e incluso, militantes dentro del partido hablan de combatir las tendencias “priistas” que puedan desarrollarse al interior del partido. Ese análisis errado ignora el cambio de varias condiciones sociales y políticas en los últimos 25 años. De hecho, el triunfo de Morena cierra el capítulo de la alternancia pactada entre fuerzas políticas conservadoras y el PRI, donde el cambio de partido del presidente se daba en función de su aceptación del programa de reformas estructurales y su construcción de la multicitada “democracia de los contrapesos”. Este proyecto político apostaba por construir un Estado pequeño y débil, que fundara su confianza en la ciudadanía en organismos autónomos que se encargarían de suplir al Estado en su labor de conducción de la economía y de sanciones a actores políticos y económicos que violaran las reg