Las candidaturas independientes son una figura de reciente aparición que aún no se han implantado en el imaginario de los electores. Eso es quizá su principal ventaja: son un objeto político maleable, en definición. No cargan aún con todas las asociaciones negativas del proceder corrupto y viciado de los partidos políticos.
El escenario que les aguarda es difícil porque la falta de fe en el sistema electoral representativo como una vía para cambiar la realidad de México y de Jalisco es enorme. La repentina aparición de personajes del mundo del entretenimiento en ellas apuesta a restarle seriedad a la figura. Los partidos políticos que recogen a personas destacadas y visibles de todos lados y los hacen pasar como ‘independientes’ ya amenazan con disminuir su legitimidad. Por último, la deficiente legislación al respecto añade una capa más a estas dificultades.
¿Es posible construir una candidatura independiente que capture y sintetice las demandas de los jaliscienses de manera efectiva? Lograr esto supondría construir un proyecto político coherente y de largo aliento, que no nazca y muera en una sola elección. Las candidaturas independientes tienen un horizonte liberador: al ser esfuerzos que están libres de las ataduras partidistas, tienen una capacidad ampliada para tomar decisiones, pueden usar herramientas de democracia directa e incorporar rápidamente a personas interesadas en trabajar políticamente por su distrito, ciudad y estado. Pueden ser punta de lanza en un esfuerzo confederado, articulando organizaciones de la sociedad civil, individuos aislados y organizaciones de vecinos.
La zona metropolitana de Guadalajara ha visto nacer a una pluralidad de movimientos civiles y de reivindicación de derechos que han enriquecido la vida política de la ciudad y del estado de Jalisco: colectivos ciclistas, de derechos de la mujer, aquellos que reclaman justicia por los desaparecidos y por los derechos de los migrantes. Las temáticas y el trabajo de estos grupos generalmente reman contra corriente cuando tratan de insertarse en el proceso político formal. Estas agendas invisibles pueden encontrar una vía de expresión auténtica en las candidaturas independientes, que podrían representar de manera genuina y no clientelar a muchos actores sociales que no encuentran opciones de participación en ninguna de las opciones partidistas.
Sin embargo, este horizonte tiene claras limitaciones: para construir una opción política fuerte y sostenida es necesaria una cantidad enorme de trabajo y esfuerzo. La ausencia de estructuras formales de organización deja en desventaja a los independientes respecto a los partidos. Aparte, hay que competir contra carretadas de dinero y fuertes relaciones de dependencia de clientelas electorales muy establecidas: sindicatos, grupos de poder insertos en los barrios, ONGs que viven del presupuesto, etc. Ser competitivo en estas condiciones y hacerlo sin acceder a fuentes de financiamiento dudosas es un gran reto. Tal vez sólo la imaginación política pueda superar esta enorme barrera pero no es garantía de ello.
A fin de cuentas, será necesaria una fuerte dosis de realismo: los arquitectos de la figura de candidatos independientes fueron artífices del endeudamiento, derroche y fraude en Jalisco (los diputados y los partidos). Sería extraño que entregaran herramientas a los ciudadanos para ocupar los espacios de poder que ellos tan celosamente guardan para sí mismos, ¿no? Sería algo inédito. Ya veremos si algo de eso es posible.