Reconozcamos que el horror de otros ya nos afecta. A veces, solamente cuando ese horror se acumula por decenas, por centenas. Pero no importa, hagamos que eso nos sea útil. Declaremos que la exigencia de paz ya está muy extendida y se entiende como algo de todos para todos. Ese sería un buen primer paso. Por más que varios busquen un retorno al estado anterior de las cosas, a los arreglos y pactos de antaño, debemos saber que esa época se ha ido, enterrada por años de violencia. Ya no hay forma de volver al estado anterior del conflicto, por lo tanto, debemos de buscar la forma para que todos los que perciben este deterioro y violencia puedan junto con los demás empezar un proceso social de cambio. Vivir y volver a un tiempo de una relativa espiral de violencia, con relativamente pocas víctimas, no debe de ser un punto de retorno. Por más lejano que parezca ese tiempo, no dejemos que esa relativa calma, casi falsa, nos arrastre a desear estar ahí de nuevo. Recordemos que el horror