Reconozcamos que el horror de otros ya nos afecta. A veces, solamente cuando ese horror se acumula por decenas, por centenas. Pero no importa, hagamos que eso nos sea útil. Declaremos que la exigencia de paz ya está muy extendida y se entiende como algo de todos para todos. Ese sería un buen primer paso.
Por más que varios busquen un retorno al estado anterior de las cosas, a los arreglos y pactos de antaño, debemos saber que esa época se ha ido, enterrada por años de violencia. Ya no hay forma de volver al estado anterior del conflicto, por lo tanto, debemos de buscar la forma para que todos los que perciben este deterioro y violencia puedan junto con los demás empezar un proceso social de cambio. Vivir y volver a un tiempo de una relativa espiral de violencia, con relativamente pocas víctimas, no debe de ser un punto de retorno. Por más lejano que parezca ese tiempo, no dejemos que esa relativa calma, casi falsa, nos arrastre a desear estar ahí de nuevo. Recordemos que el horror de unos se transformó muy fácilmente en el horror de todos.
Reconozcamos la necesidad dentro de mucha gente de hacer algo al respecto. Si no lo hacemos, jamás podremos imaginar un mundo nuevo. Si dejamos esa responsabilidad en la gente que tiene recursos, tiempo y ganas de hacerlo, jamás podremos imaginar un mundo nuevo. Mucho menos si lo dejamos en la responsabilidad de los policías o de los jueces, aunque tal vez los jueces podrían dar un ejemplo moral sin pagar tan frecuentemente con su vida. Si autoridades y violencia se han hecho sinónimos, esto solo nos dice que las autoridades reflejan fielmente las cosas que pasan en la sociedad que las rodea, muchas veces, para mal.
Reconozcamos que estamos en una época que sí puede empeorar y que puede imponerse o entrar en un período de homeostasis durante mucho tiempo. Hay países que han durado en conflicto 30 años o más. ¿Queremos estar ahí durante tanto tiempo? La búsqueda de paz en todos los confines de la vida en común es necesaria para poder resistir de manera efectiva a las mutaciones del horror y poder curar heridas que han dejado hechos atroces, salvajes. La frase “somos más los buenos” no solamente ha perdido fuerza, sino que por más que sea verdad su contenido, esa verdad ha guardado silencio y no ha hecho más que ofrecer su silencio ante el horror.
Llegó la hora de toda la gente de dar un paso para adelante y entre todos, buscar la paz para todos, sin excepción.

Por más que varios busquen un retorno al estado anterior de las cosas, a los arreglos y pactos de antaño, debemos saber que esa época se ha ido, enterrada por años de violencia. Ya no hay forma de volver al estado anterior del conflicto, por lo tanto, debemos de buscar la forma para que todos los que perciben este deterioro y violencia puedan junto con los demás empezar un proceso social de cambio. Vivir y volver a un tiempo de una relativa espiral de violencia, con relativamente pocas víctimas, no debe de ser un punto de retorno. Por más lejano que parezca ese tiempo, no dejemos que esa relativa calma, casi falsa, nos arrastre a desear estar ahí de nuevo. Recordemos que el horror de unos se transformó muy fácilmente en el horror de todos.
Reconozcamos la necesidad dentro de mucha gente de hacer algo al respecto. Si no lo hacemos, jamás podremos imaginar un mundo nuevo. Si dejamos esa responsabilidad en la gente que tiene recursos, tiempo y ganas de hacerlo, jamás podremos imaginar un mundo nuevo. Mucho menos si lo dejamos en la responsabilidad de los policías o de los jueces, aunque tal vez los jueces podrían dar un ejemplo moral sin pagar tan frecuentemente con su vida. Si autoridades y violencia se han hecho sinónimos, esto solo nos dice que las autoridades reflejan fielmente las cosas que pasan en la sociedad que las rodea, muchas veces, para mal.
Reconozcamos que estamos en una época que sí puede empeorar y que puede imponerse o entrar en un período de homeostasis durante mucho tiempo. Hay países que han durado en conflicto 30 años o más. ¿Queremos estar ahí durante tanto tiempo? La búsqueda de paz en todos los confines de la vida en común es necesaria para poder resistir de manera efectiva a las mutaciones del horror y poder curar heridas que han dejado hechos atroces, salvajes. La frase “somos más los buenos” no solamente ha perdido fuerza, sino que por más que sea verdad su contenido, esa verdad ha guardado silencio y no ha hecho más que ofrecer su silencio ante el horror.
Llegó la hora de toda la gente de dar un paso para adelante y entre todos, buscar la paz para todos, sin excepción.