Las reformas presentadas por el presidente Obrador tienen suficiente materia de discusión para un debate técnico-legislativo más allá de que termine su período presidencial. Este es el paquete de reformas más amplio y ambicioso presentado por un presidente en la historia reciente de México – 20 reformas de todo tipo, para el salario, programas sociales, sistema judicial… Es una especie de saldo pendiente que ahora el presidente arroja a la oposición para que tomen postura una vez más (tal vez la última vez) antes de que se termine su mandato y comience en franco la campaña.
La debilidad de agenda de la oposición y el proceso interno de definición de candidaturas que vive Morena han ralentizado la discusión pública. Esto ha dado pie a discutir el deficiente dominio del inglés de Xóchitl Gálvez y su visita a Estados Unidos, pero no mucho más. En vista de ese debate, es difícil negarse a discutir dichas reformas. Son temas de coyuntura e incluso el esfuerzo más notorio de “molestar” a los mercados de parte de la 4T, específicamente hablando de la reforma de pensiones. Sin embargo, es una parte ya conocida de la agenda del presidente.
El objetivo ulterior de esas reformas es que ahora el presidente las usa para repolitizar la discusión pública, en su tradición de ejercer la hiperpolítica. Ante una coyuntura tranquila y callada e incluso, el presidente promueve al adversario, descubriéndolo de nuevo – aquel ente desfigurado que dice que México se está desmantelando, al tiempo que el salario mínimo experimenta su incremento más importante en 34 años.
A pesar de que esta táctica está sobre diagnosticada entre la oposición, es poco probable que logren ejecutar alguna maniobra. Algunas propuestas que demostrarían la habilidad política, tan escasa en la oposición, es “adueñarse” de alguna de las propuestas, priorizar la ordenación de ellas para discutir las que son relevantes para su electorado o incluso generar una propuesta.
La bajísima politicidad de la oposición, que solo atina a recoger eslóganes liberales como “defender la democracia” o “proteger las instituciones” es un diagnóstico desactualizado desde que Enrique Peña Nieto llevó a cabo el Pacto por México. Ante 20 reformas propuestas, la consigna de defender el funcionamiento actual de las instituciones es una nula respuesta ante la hiperpolítica de AMLO. De nuevo, independientemente del resultado legislativo, la hiperpolítica ha vencido de nuevo.
Esta columna apareció originalmente en El Soberano y en El Occidental.