Para construir algo se requiere tiempo, pero para reconstruir, se requiere el doble, porque no se puede construir desde cero y se tiene que generar sinergia con lo ya hecho para poder avanzar hacia un México para todas y todos. Esto la oposición no lo ha logrado entender y, lejos de construir a partir de la búsqueda de diálogo, la escucha y los puntos de acuerdo, se empeña día con día en demeritar y criticar la situación que vivimos. Irónico, ya que las condiciones actuales de nuestro país son consecuencia de los gobiernos panistas y priistas a los cuales pertenecen. FRENAAA, México Libre, la Alianza Federalista de Gobernadores y Sí México son algunos de estos ejemplos. En un ejercicio de autocrítica, podemos asegurar que esta labor no ha sido nada fácil, no solamente por el tema de covid-19. Sin embargo, a pesar de esto, se ha mantenido el firme compromiso que en su momento llevaron a Morena a ganar la presidencia y una representación importante dentro del Poder Legislativo: “Primero los pobres”.
Antes de que Azuela decidiera cambiar su estilo a uno más surreal y psicológico, escribía un poco como Hemingway. Aunque él lo antecede, Hemingway tenía un objeto del deseo más noble y náutico que la revolución mexicana - el mar cubano. Azuela supo lidiar con lo que tenía enfrente en 1915 con un lenguaje directo y seco. No por ello es plano. Narrar como cae al suelo un federal al que habían "acostumbrado a no comer" es una estampa que brilla por su simpleza pero que también es dura y corroe. La conciencia de la violencia en medio de mezquites y nopales emerge de este libro. No se disculpa por existir. La revolución no civilizó a México, solamente desplegó fuerzas humanas y montaraces contra los intentos de modernizar el país a punta de esclavitud. Las 'limpiadas' que hacían al llegar a los pueblos los personajes de Azuela al principio son nobles pero culminan en una banda de pistoleros que cepillan el poco maíz de un campesino solamente porque pueden. Nadie gana ...