Se cumplieron 2 años ya de aquel histórico 1 de diciembre del 2018; aún recuerdo el júbilo y la alegría que se sentía en el Zócalo de la Ciudad de México mientras esperábamos la llegada de nuestro Presidente, Andrés Manuel López Obrador, para celebrar juntos ese tan anhelado triunfo que le daba esperanza al Pueblo de México en que otro país es posible.
En un ejercicio de autocrítica, podemos asegurar que esta labor no ha sido nada fácil, no solamente por el tema de covid-19 -que prácticamente duró todo 2020-, porque hasta la fecha la pandemia ha generado cambios y modificaciones para los planes de todas y todos (incluido el ámbito gubernamental). Sin embargo, a pesar de esto, se ha mantenido el firme compromiso que en su momento llevaron a Morena a ganar la presidencia y una representación importante dentro del Poder Legislativo: “Primero los pobres”.
En este sentido, los programas sociales enfocados al apoyo de los grupos más vulnerables (Jóvenes construyendo el futuro, Sembrando vida, Pensiones para el bienestar de personas con discapacidad y Pensiones para el bienestar de las personas adultas mayores) son un éxito y hoy benefician a miles de personas que pertenecen a estos sectores. El objetivo es que conforme la #4T avance, todas y todos tengan este apoyo para mejorar su calidad de vida.
Para construir algo se requiere tiempo, pero para reconstruir, se requiere el doble, porque no se puede construir desde cero y se tiene que generar sinergia con lo ya hecho para poder avanzar hacia un México para todas y todos. Esto la oposición no lo ha logrado entender y, lejos de construir a partir de la búsqueda de diálogo, la escucha y los puntos de acuerdo, se empeña día con día en demeritar y criticar la situación que vivimos.
Irónico, ya que las condiciones actuales de nuestro país son consecuencia de los gobiernos panistas y priistas a los cuales pertenecen. FRENAAA, México Libre, la Alianza Federalista de Gobernadores y Sí México son algunos de estos ejemplos.
Por otro lado, no podemos negar la urgencia de consolidar una estructura propia, que le permita a Morena, durante este 2021, posicionarse como la mejor opción para las 15 gubernaturas que se elegirán en junio. Ya tuvimos una experiencia en Hidalgo y Coahuila, donde aunque las y los compañeros morenistas pusieron el cuerpo para defender el voto durante los comicios pasados, poco se pudo hacer frente a la estructura partidista y gubernamental que impera dentro de esos estados que han fungido como bastión priista.
La falta de coordinación al interior del partido, previo a la elección de Mario Delgado como nuevo presidente nacional, propició estos resultados. La lección está dada y no podemos ignorarla si buscamos crecer como fuerza política, sobre todo en los estados cuyos gobernadores forman parte de la “Alianza Federalista” que solo busca posicionar posibles candidatos para hacerle frente a nuestro movimiento, pero a quienes las condiciones de sus estados les importan muy poco en realidad.
El ejemplo más claro es Enrique Alfaro y todo el show mediático que ha montado sobre la pandemia, sobran ejemplos para demostrar que Alfaro simplemente busca posicionarse. No le importa Jalisco, ni su gente; por eso necesitamos fortalecer y seguir abriendo espacios para que esas personas que aman y luchan día por día, puedan acceder y generar los cambios que se requieren en 2021.