Los intereses estadounidenses públicos y privados se aglutinan en un solo lugar: el presidente del país. El cuerpo diplomático y el presidente cabildean con gobiernos de todo el mundo para obtener ventajas, tratamiento preferencial y ganancias para las multinacionales estadounidenses. Durante la época de la presidencia Trump, esto fue más evidente porque el expresidente profería las amenazas de guerra comercial de manera pública, cuando sus antecesores lo hacían mediante canales no oficiales o solamente en privado.
Biden, un mandatario debilitado e impopular, tiene una aprobación promedio casi 20 puntos porcentuales menor a la del Presidente López Obrador. Al reunirse ambos, en medio de la agenda presidencial estaba la «incertidumbre» para la inversión extranjera estadounidense ante la decisión de AMLO de privilegiar a la CFE en la generación de energía.
El mecanismo de consulta del TMEC se ha detonado a petición de Estados Unidos, después de presiones diplomáticas y políticas de toda índole a nuestro gobierno. Sin embargo, el trumpismo de Biden es esquivo y cobarde y no declara lo que verdaderamente pretende. Cuando Trump rompió el TLCAN, lo gritó a los 4 vientos. En vez de ello, ahora lo que obtenemos es una guerra comercial de otro tipo, disfrazada con varios métodos.
El primero, una resolución unánime del Senado estadounidense. Es claro que la unanimidad es rara en estas épocas en Estados Unidos, pero cuando se trata de defender a las multinacionales, no hay desacuerdos entre demócratas y republicanos. El segundo método es el asedio mediático, con opiniones como la de José Yuste, un columnista conservador mexicano que escribe en el Washington Post (propiedad de Jeff Bezos) columnas con títulos como «AMLO recurre al nacionalismo para no cumplir el T-MEC». El tercer método es el financiamiento e influencia de ONGs que realizan cabildeo a favor de Estados Unidos, tales como el IMCO, que recibe dinero de USAID y de la Hewlett Foundation para escribir cosas como estas: «El choque [de la administración de AMLO] con las prioridades de la administración de Biden es evidente y público» (traducción propia: The clash with the Biden administration’s priorities is evident and public).
Además de lo extraño que resulta estos dos columnistas escriben desde el punto de vista anglosajón (es López Obrador el que choca con las prioridades de Biden según ellos, no al revés), no existe un análisis de la política energética mexicana visto desde el sector mexicano, sino solamente de sus compromisos internacionales. ¿Ceguera o cabildeo involuntario? ¿O solo es un lapsus intelectual y olvidaron que escriben desde México y son mexicanos?
Todos estos mecanismos de cabildeo oculto se despejarán cuando el Canciller Ebrard y la Secretaría Clouthier acudan a estas consultas y expliquen cómo el TMEC no está por encima del interés nacional, sino que es un complemento de él. El gobierno mexicano haría bien en tomar nota de esta guerra comercial. A fin de cuentas, también tenemos derecho de usar el Mecanismo de Respuesta Rápida en materia laboral para, por ejemplo, abogar por nuestros connacionales indocumentados en los campos de pizca en California y todo Estados Unidos. A ellos seguramente les niegan el derecho de asociarse en un sindicato y de tener contratos colectivos. ¿O acaso el TMEC es solo para las empresas estadounidenses y no para los trabajadores mexicanos? El trumpismo de Biden es doblemente hipócrita, porque no revela lo que pretende y se esconde detrás de burócratas y diplomáticos para hacerle guerra comercial a México, en defensa de los intereses de las multinacionales energéticas estadounidenses.
Biden, un mandatario debilitado e impopular, tiene una aprobación promedio casi 20 puntos porcentuales menor a la del Presidente López Obrador. Al reunirse ambos, en medio de la agenda presidencial estaba la «incertidumbre» para la inversión extranjera estadounidense ante la decisión de AMLO de privilegiar a la CFE en la generación de energía.
El mecanismo de consulta del TMEC se ha detonado a petición de Estados Unidos, después de presiones diplomáticas y políticas de toda índole a nuestro gobierno. Sin embargo, el trumpismo de Biden es esquivo y cobarde y no declara lo que verdaderamente pretende. Cuando Trump rompió el TLCAN, lo gritó a los 4 vientos. En vez de ello, ahora lo que obtenemos es una guerra comercial de otro tipo, disfrazada con varios métodos.
El primero, una resolución unánime del Senado estadounidense. Es claro que la unanimidad es rara en estas épocas en Estados Unidos, pero cuando se trata de defender a las multinacionales, no hay desacuerdos entre demócratas y republicanos. El segundo método es el asedio mediático, con opiniones como la de José Yuste, un columnista conservador mexicano que escribe en el Washington Post (propiedad de Jeff Bezos) columnas con títulos como «AMLO recurre al nacionalismo para no cumplir el T-MEC». El tercer método es el financiamiento e influencia de ONGs que realizan cabildeo a favor de Estados Unidos, tales como el IMCO, que recibe dinero de USAID y de la Hewlett Foundation para escribir cosas como estas: «El choque [de la administración de AMLO] con las prioridades de la administración de Biden es evidente y público» (traducción propia: The clash with the Biden administration’s priorities is evident and public).
Además de lo extraño que resulta estos dos columnistas escriben desde el punto de vista anglosajón (es López Obrador el que choca con las prioridades de Biden según ellos, no al revés), no existe un análisis de la política energética mexicana visto desde el sector mexicano, sino solamente de sus compromisos internacionales. ¿Ceguera o cabildeo involuntario? ¿O solo es un lapsus intelectual y olvidaron que escriben desde México y son mexicanos?
Todos estos mecanismos de cabildeo oculto se despejarán cuando el Canciller Ebrard y la Secretaría Clouthier acudan a estas consultas y expliquen cómo el TMEC no está por encima del interés nacional, sino que es un complemento de él. El gobierno mexicano haría bien en tomar nota de esta guerra comercial. A fin de cuentas, también tenemos derecho de usar el Mecanismo de Respuesta Rápida en materia laboral para, por ejemplo, abogar por nuestros connacionales indocumentados en los campos de pizca en California y todo Estados Unidos. A ellos seguramente les niegan el derecho de asociarse en un sindicato y de tener contratos colectivos. ¿O acaso el TMEC es solo para las empresas estadounidenses y no para los trabajadores mexicanos? El trumpismo de Biden es doblemente hipócrita, porque no revela lo que pretende y se esconde detrás de burócratas y diplomáticos para hacerle guerra comercial a México, en defensa de los intereses de las multinacionales energéticas estadounidenses.