Para hablar de economía y de la organización de la sociedad, debemos de remitirnos a la economía política. Cuando hablaba del estudio de las relaciones de producción también me remito al análisis de relaciones no solamente de la producción, sino las relaciones sociales entre quienes tienen a su cargo los bienes de capital, esos que son necesarios para que los obreros, herreros, fontaneros y zapateros produzcan, siempre y cuando ellos no sean dueños de los mismos. Por eso, en respuesta al compañero Eduardo Enrique Aguilar, me permito escribir lo siguiente.
Esta relación de producción, nos remite a la figura legal de la propiedad y la propiedad privada. Inserta en las relaciones de producción respecto de los bienes de capital, ésta crea una relación de subordinación. Por eso, como apunta el compañero Eduardo, lo que debemos de hacer es poner el ojo en aquellas formas de organización de la vida económica que han pasado al olvido o han sido relegadas por la empresa capitalista, que simplemente busca el lucro a costa de cualquier criterio social y humano. En esa búsqueda de optimización del lucro y eficiencia, incluso olvida el fin último de la producción económica: producir bienes y servicios para el bienestar general de la población.
Retomemos una columna de Mercurio Cadena en la que nos habla de los procesos de subjetivación de la izquierda, es decir, que poca gente quiere asumirse o nombrarse socialista. Vale la pena tomar ese argumento y llevarlo a la vida económica: pocas empresas o unidades económicas están organizadas de forma colectiva, en donde la propiedad no sea solamente de un dueño y los trabajadores se renten a sí mismos junto con su fuerza de trabajo.
Esta relación de producción, nos remite a la figura legal de la propiedad y la propiedad privada. Inserta en las relaciones de producción respecto de los bienes de capital, ésta crea una relación de subordinación. Por eso, como apunta el compañero Eduardo, lo que debemos de hacer es poner el ojo en aquellas formas de organización de la vida económica que han pasado al olvido o han sido relegadas por la empresa capitalista, que simplemente busca el lucro a costa de cualquier criterio social y humano. En esa búsqueda de optimización del lucro y eficiencia, incluso olvida el fin último de la producción económica: producir bienes y servicios para el bienestar general de la población.
Retomemos una columna de Mercurio Cadena en la que nos habla de los procesos de subjetivación de la izquierda, es decir, que poca gente quiere asumirse o nombrarse socialista. Vale la pena tomar ese argumento y llevarlo a la vida económica: pocas empresas o unidades económicas están organizadas de forma colectiva, en donde la propiedad no sea solamente de un dueño y los trabajadores se renten a sí mismos junto con su fuerza de trabajo.
Huelga de trabajadores de la Cooperativa Pascual |
Se viene a la mente la Cooperativa Pascual (que incluso llegó a enfrentarse al gran capital, peleando su derecho a comercializar productos contra Disney) o la fábrica recuperada de Euzkadi en Guadalajara. Estos ejemplos son pocos y de hecho hay ejemplos negativos de este tipo de organización, con todos los fraudes que se cometieron en las Cajas de Ahorro Popular en el estado de Jalisco en la década posterior al año 2000.
Sin embargo lo que hay que hacer es que poner en la mesa los ejemplos de organización económica en donde los obreros deciden de la mano de quienes están administrando la empresa, sin relaciones de subordinación, hacia dónde orientar la producción, como fijar los precios y se reparten las ganancias e incluso los sueldos por partes iguales.
Sin embargo para ello si hace falta imaginación política. Esas formas y organizaciones económicas vienen de hace mucho tiempo y tienen una razón de ser. Hay que buscar maneras y figuras legales y económicas complementarias y adicionales a las cooperativas, a las cajas populares de ahorro y a las fábricas recuperadas para dotar de un sentido muy claro a lo que Eduardo llama “organizaciones público-comunitarias”.
Generalmente (tomando en del texto de Eduardo el concepto de ciudadanista) existe una amplia concepción ciudadanía de cómo se debe de participar entre gobierno y pueblo para gestionar la economía.
En el estado de Jalisco y en la zona metropolitana de Guadalajara, vemos una y otra vez que las convocatorias gubernamentales para echar a andar empresas son al estilo de los aceleradores y las incubadoras de empresas. Es decir, que el gobierno simplemente se transforma en un socio capitalista de un emprendimiento y que después de ello incluso presta dinero con un interés para recuperar sus costos más una ganancia.
Esa concepción debe de cambiar. Debemos dejar de pensar que la economía solidaria o la acción de gobierno se ejerce solamente dotando de crédito, a la usanza de la especulación financiera, a estas empresas. Debe de haber una política económica de reindustrialización y de creación de una economía de servicios en México, que obedezca primordialmente a las necesidades alimentarias, de vestido, calzado y salud que tanto hacen falta para la mayoría de la población mexicana.
Eso sería realmente darle a una organización público-comunitaria un noble fin al estilo del concepto dusseliano del “noble oficio de la política” y ponerlo de la mano de la política económica: la conducción de una sociedad hacia los fines que persigue mediante la economía y no teniendo la economía como su fin último.
Pilón: Visiten https://lacoperacha.org.mx/ para que vean la mirada de los cooperativistas en torno a la crisis del COVID-19, en especial la nota https://lacoperacha.org.mx/sector-social-economia-puede-apoyar-salir-crisis-rafael-martinez-ponce/