Las dos actitudes ante el Zapotillo son contrastantes. Alfaro, quitándose una ofrenda de flores que le dieron los pobladores, de brazos cruzados y diciéndole al presidente Obrador que el "no tenía nada que hacer ahí". El presidente, por otro lado, pidiendo respeto para el gobernador y acordando con el pueblo mediante democracia directa una solución al problema heredado de la presa. A los gobernantes la apertura a escuchar ante los problemas los define. Es lamentable la actitud del gobernador de Jalisco que ojalá aprenda que para ganarse el respeto de los pueblos también debe enfrentar, fuera de cámaras y de frente como él dice, los problemas y las inconformidades.
Es un azar. Los que nos eran leales nos traicionaron, los que fueron traidores pueden salvarnos. no sabemos ya nada de nada. — Extraño país el nuestro. — Es un país corrompido hasta la médula de los huesos -suspiró. Enrique a Carranza, en medio de su huída. El sueño y desencanto de un burócrata con aspiraciones de intelectual perfila muy bien el momento de quiebre que tal vez pasaron los secretarios de este nuevo régimen. Ellos, al igual que Enrique, el burócrata de El rey viejo, fueron violentamente atravesados por la crudeza de la política mexicana cuando creyeron que podían acceder a las glorias del gobierno y hacer historia sin penurias o dificultades. "No hay un gran mexicano que no sea o haya sido un fugitivo". No me simpatiza la causa legalista de Carranza pero la corta novela ayuda a forjar una extraña empatía del orden ante el caos de los mexicanos que no se cansaban de guerrear entre ellos, cambiando de bando conforme la necesidad, la codicia y ...