Hace algunos días, Carlos Loret de Mola salió a criticar a Marcelo Ebrard, diciendo que, aunque es un eficaz operador del Presidente, jamás sería elegido porque «no se dejaría controlar». El rápido cambio de agenda de los medios opositores revela que saben muy bien que la importancia de la alianza partidista “Va por México” se ha hecho más y más pequeña.
La apuesta es clara: acentuar la rivalidad entre los aspirantes de Morena. Sheinbaum, Ebrard y Adán Augusto –que se perfilan como los más fuertes– han acudido juntos a eventos como el del pasado fin de semana en Toluca. No se sabe cuánto tiempo más durarán estas apariciones conjuntas, a la luz del banderazo de salida del 2024 que dio ayer el Presidente López Obrador. Sin embargo, estas muestras de unidad simbólica llaman más la atención del público que las apariciones conjuntas de los presidentes del PRI, PAN y PRD o incluso los regaños públicos de Claudio X. González a Movimiento Ciudadano por no sumarse a su coalición opositora.
Está claro que la decisión del candidato presidencial se realizará por encuesta, por más críticas que haya a ese instrumento de decisión. La elección primaria informal que se lleva a cabo en los fines de semana desembocará en algunos meses en la separación de algún aspirante para dedicarse a tiempo completo a sus esfuerzos de ser elegido. Esto confirma que, dentro de las alternativas de 2024, la discusión más intensa se centrará en Morena, no en sus opositores.
Por eso la base simpatizante de Morena y los dirigentes partidistas deben estar más atentos que nunca a cuidar que el proceso no se descarrile. El Instituto Nacional Electoral, adversario patente y declarado de la 4T buscará cualquier reducto para frenar a los aspirantes de Morena. En insensato darle armas a dicho Instituto para que ataque a los otros aspirantes, por más confrontados que estén entre sí.
También los medios de comunicación comenzarán a buscar problemas públicos presentes y pasados con los cuales asociar a los aspirantes. Es vital atender la instrucción del presidente López Obrador y redoblar esfuerzos para que los resultados federales y de la Ciudad de México no dejen lugar a dudas de que la gestión de cada uno de los aspirantes ha sido buena y enfocada en mejorar la vida de la gente.
Si la oposición ya ha identificado que la vulnerabilidad más grande rumbo a las elecciones está dentro de la discordia que se pueda suscitar en Morena, dentro del movimiento no podemos dejar que el excesivo purismo o el pragmatismo desmedido comiencen una guerra civil entre aspirantes que termine dañando las posibilidades del 2024 en vez de fortalecer la continuidad de la transformación.
Hay lecciones valiosas que aprender de la orfandad que sufrió el partido al perder cuadros valiosos que se fueron al gobierno y al irse el Presidente Obrador a gobernar el país. Al tener un vacío similar en la sucesión presidencial, se necesitará que los aspirantes contribuyan a crecer la base simpatizante del partido y a aumentar la credibilidad del proyecto de transformación. Eventualmente, de eso dependerá tener 2 sexenios de transformación y una fugaz alternancia, o consolidar un ciclo transformador entero que en todo caso necesita más tiempo para revertir 40 años de neoliberalismo. Trabajar 16 horas al día es un buen inicio, pero a corto plazo seguramente será insuficiente. Hay que consolidar la transformación y para eso se necesitan aspirantes que convoquen, con su ejemplo, a que millones de mexicanos más participen y apoyen el proyecto obradorista.