En conmemoración al ignominioso "Halconazo", publico los archivos que obtuve, después de un jaloneo con la antigua administración del Archivo General de la Nación que hablan de la guerra sucia:
En primer lugar, urge digitalizar estos archivos. Esta es la calidad de los escaneos que obtuve del Archivo General de la Nación de ese entonces. Casi ilegibles... En ese estado se encuentra nuestro registro documental de acontecimientos que fueron crímenes de estado.
En segundo lugar, la razón por la cual me negaron los archivos fue para "proteger datos personales" pero por alguna razón, me entregaron la credencial de elector del represor y criminal Luis de la Barreda Moreno. Quedó impune por el pobre trabajo de la FEMOSPP.
Tan seguro se sentía de su impunidad de la Barreda que su hijo, convertido en paladín de los "Derechos Humanos" intentó lavar la cara de su padre en un cínico libelo titulado "Pequeño inquisidor. Crónica de una infamia" La única infamia fue la cometida por su padre, un represor.
El mismo De la Barreda, cínico "defensor de DDHH" que ahora pretende criticar a un gobierno que busca hacer justicia ante los crímenes que cometieron represores como su padre, usa argumentos como estos:
Sigo con los documentos. Confesiones ilegales producidas bajo tortura firmadas por el "Capitán" Luis de la Barreda para que combatientes guerrilleros inculparan a más personas.
Quienes apelan a la "estatura moral" de gobiernos extranjeros que ahora pretenden ser paladines de los derechos humanos: acá un documento de 1975 donde Francia y Gran Bretaña condecoran a MIGUEL NAZAR HARO y LUIS DE LA BARREDA. Ambos torturadores y criminales.
Aquí se lee como a DELIA MORALES LOPEZ, mujer detenida-desaparecida por el Estado mexicano, se le presiona haciendo entender que podrían desaparecer a menores de edad de su círculo social como medida de presión.
Agentes de la DFS obligan a DELIA MORALES LOPEZ a reconocer a compañeros caídos y muertos.
Como estos archivos hay decenas de hojas más que a falta de escáner no he podido digitalizar debidamente en alta resolución. Sin embargo, este es deber del Archivo General de la Nación que ahora, en buenas manos, debe de preservar el registro de estos crímenes para hacer memoria y justicia.
Ardo de rabia al revivir lo que sentí por primera vez al obtener y leer estos archivos y mi único consuelo es que apenas, más de 50 años después, haya un esfuerzo del Estado mexicano por reconocer la magnitud de estos crímenes:
Mi militancia y mi convicción van a la izquierda por una razón de conciencia histórica y de clase. Llegué a estos archivos por la generosidad de mujeres que contaron su historia y que albergan el dolor de una justicia que no llega: María de la Luz y Bertha Lilia. Gracias.