Alfaro está en modo campaña, pero desde las sombras. A diferencia del presidente López Obrador, Alfaro manda mensajes políticos escudándose de sus redes sociales, sin enfrentarse a la incomodidad de responder preguntas de periodistas de forma directa. Aparte de ello, Alfaro encabeza la operación tinaco y el uso de camiones de la Fiscalía y del transporte público concesionado, todo a favor de Movimiento Ciudadano. AMLO también incide en el proceso y negarlo sería ingenuo. Sin embargo, su forma de hacerlo, de manera abierta y dentro de los cauces de la ley, nos llama a la reflexión de qué tipo de democracia queremos. ¿El de la simulación naranja, que esconde sus operaciones de compra de votos? ¿O el modelo de diálogo circular de la 4T, que pone en el centro de la discusión pública los temas inocultables, que es mejor procesar entre todos de manera abierta? La respuesta está clara. La república de la simulación va de salida y con y con ella, las prácticas de coacción de Movimiento Ciudadano y Alfaro.
Antes de que Azuela decidiera cambiar su estilo a uno más surreal y psicológico, escribía un poco como Hemingway. Aunque él lo antecede, Hemingway tenía un objeto del deseo más noble y náutico que la revolución mexicana - el mar cubano. Azuela supo lidiar con lo que tenía enfrente en 1915 con un lenguaje directo y seco. No por ello es plano. Narrar como cae al suelo un federal al que habían "acostumbrado a no comer" es una estampa que brilla por su simpleza pero que también es dura y corroe. La conciencia de la violencia en medio de mezquites y nopales emerge de este libro. No se disculpa por existir. La revolución no civilizó a México, solamente desplegó fuerzas humanas y montaraces contra los intentos de modernizar el país a punta de esclavitud. Las 'limpiadas' que hacían al llegar a los pueblos los personajes de Azuela al principio son nobles pero culminan en una banda de pistoleros que cepillan el poco maíz de un campesino solamente porque pueden. Nadie gana ...