Alfaro está en modo campaña, pero desde las sombras. A diferencia del presidente López Obrador, Alfaro manda mensajes políticos escudándose de sus redes sociales, sin enfrentarse a la incomodidad de responder preguntas de periodistas de forma directa. Aparte de ello, Alfaro encabeza la operación tinaco y el uso de camiones de la Fiscalía y del transporte público concesionado, todo a favor de Movimiento Ciudadano. AMLO también incide en el proceso y negarlo sería ingenuo. Sin embargo, su forma de hacerlo, de manera abierta y dentro de los cauces de la ley, nos llama a la reflexión de qué tipo de democracia queremos. ¿El de la simulación naranja, que esconde sus operaciones de compra de votos? ¿O el modelo de diálogo circular de la 4T, que pone en el centro de la discusión pública los temas inocultables, que es mejor procesar entre todos de manera abierta? La respuesta está clara. La república de la simulación va de salida y con y con ella, las prácticas de coacción de Movimiento Ciudadano y Alfaro.
La iniciativa de ley federal contra la extorsión y la Estrategia Nacional de Seguridad del gobierno federal confirman que el Estado mexicano ha elegido combatir al crimen organizado atacando la fragmentación institucional y jurídica. El objetivo es que la extorsión, ese impuesto criminal que asfixia la economía formal, pase de ser delito a solapado a nivel local y para que se vuelva una prioridad federal de seguridad pública. La extorsión, especialmente el "cobro de piso", no es solo un acto de violencia, sino un mecanismo de control económico que permite a los cárteles infiltrarse y distorsionar mercados vitales como el agrícola y el de la construcción, como se ha visto en Jalisco, Michoacán y el Estado de México. Esto daña a la población, inflando costos y castigando a quienes cultivan, construyen o emprenden negocios. La nueva iniciativa de ley busca corregir la histórica disparidad del tipo penal entre estados, donde penas y definiciones inconsistentes daban a los ext...
