Una obra entregada a tiempo y sin sobrecostos es algo que no ocurre seguido en México. Mucho menos ocurre seguido en un megaproyecto de infraestructura como el AIFA, que demuestra que sin corrupción se pueden alcanzar grandes metas nacionales y aparte, hacerlo desde el poder público. Todo, sin recurrir a contratos y concesiones multimillonarias que se quedan en unas pocas manos. El nuevo aeropuerto también refuta los sueños de opio de la oposición, que anhelan un aeropuerto "de primer mundo" cuando se les olvida que el de Berlín-Brandemburgo tomó 14 años construirlo debido justamente a la mala planeación y corrupción. Con el AIFA inaugurado, salen volando el malinchismo y la nostalgia peñanietista de cuantos deseaban el fracaso del proyecto, esperemos que sea para nunca volver.
Es un azar. Los que nos eran leales nos traicionaron, los que fueron traidores pueden salvarnos. no sabemos ya nada de nada. — Extraño país el nuestro. — Es un país corrompido hasta la médula de los huesos -suspiró. Enrique a Carranza, en medio de su huída. El sueño y desencanto de un burócrata con aspiraciones de intelectual perfila muy bien el momento de quiebre que tal vez pasaron los secretarios de este nuevo régimen. Ellos, al igual que Enrique, el burócrata de El rey viejo, fueron violentamente atravesados por la crudeza de la política mexicana cuando creyeron que podían acceder a las glorias del gobierno y hacer historia sin penurias o dificultades. "No hay un gran mexicano que no sea o haya sido un fugitivo". No me simpatiza la causa legalista de Carranza pero la corta novela ayuda a forjar una extraña empatía del orden ante el caos de los mexicanos que no se cansaban de guerrear entre ellos, cambiando de bando conforme la necesidad, la codicia y ...