Las múltiples declaraciones en contra de México desde nuestro vecino del norte, sumadas a operaciones navales contra barcazas en el caribe sudamericano se nos presentan como una aparente una muestra de firmeza. Sin embargo, este despliegue militar y político, enfocado en la interdicción lejana y en señalar a supuestos adversarios es un espejismo estratégico. Su objetivo es llevar la atención pública lejos de las causas estructurales que alimentan el poder de la violencia organizada que tanto daña a los pueblos estadounidense y mexicano. El verdadero reto que nos presenta la violencia organizada no radica solo en las fronteras terrestres y marítimas de nuestros países, sino en la capacidad que tiene dichos grupos de lavar miles de millones de dólares en ganancias. El fundamento de estos grupos delictivos se ancla en la porosa infraestructura financiera norteamericana, una vulnerabilidad agravada por obvias omisiones a nivel estatal en el país vecino. En Florida, un centro logístico crim...