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La península blanca

Las múltiples declaraciones en contra de México desde nuestro vecino del norte, sumadas a operaciones navales contra barcazas en el caribe sudamericano se nos presentan como una aparente una muestra de firmeza. Sin embargo, este despliegue militar y político, enfocado en la interdicción lejana y en señalar a supuestos adversarios es un espejismo estratégico. Su objetivo es llevar la atención pública lejos de las causas estructurales que alimentan el poder de la violencia organizada que tanto daña a los pueblos estadounidense y mexicano.

El verdadero reto que nos presenta la violencia organizada no radica solo en las fronteras terrestres y marítimas de nuestros países, sino en la capacidad que tiene dichos grupos de lavar miles de millones de dólares en ganancias. El fundamento de estos grupos delictivos se ancla en la porosa infraestructura financiera norteamericana, una vulnerabilidad agravada por obvias omisiones a nivel estatal en el país vecino. En Florida, un centro logístico criminal desde hace 50 años falta una esencial labor de control financiero y portuario para prevenir la violencia organizada.

Durante décadas, la compra anónima de bienes raíces con dinero en efectivo, particularmente en el sur de Florida, ha permitido a las organizaciones criminales convertir ganancias ilícitas en activos legales. Las leyes estatales contra el lavado de dinero han sido insuficientes y subutilizadas por las autoridades locales estadounidenses. Las razones de ello no las conocemos con pruebas a nivel legal, pero podemos hacer algunas suposiciones del peor orden. Cuando bien, hay omisión. Cuando mal, complicidad. Hoy, grandes grupos de la violencia organizada siguen “limpiando” sus ganancias a través de esquemas basados en el comercio y el uso de criptomonedas en la península más austral de Estados Unidos.

Es ineficaz exigir a los socios de Norteamérica y Asia que combatan la oferta de estupefacientes cuando al mismo tiempo, fallas regulatorias internas les garantizan la vida económica a los criminales. La batalla contra el narcotráfico desde la unión americana está invertida: se enfoca en el exterior mientras ignora la causa primordial, que es la demanda interna y la negligencia financiera en casa. Para desmantelar a la violencia organizada, la estrategia debe abandonar el espectáculo y concentrarse en corregir las fallas en su propia jurisdicción.



Esta columna originalmente fue reproducida en El Soberano, SPR Opinión y El Occidental. Puede reproducirse libremente sin alterar el texto citando al autor, preferentemente apuntando a esta publicación o a la de cualquiera de los medios anteriores.

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